Consecuentemente, recaen en trabajos informales, con extensas jornadas laborales y generalmente mal remunerados. Si bien la desocupación afecta a varios sectores de la población, en ésta se potencia por la existencia de antecedentes penales que representan un obstáculo en la búsqueda laboral.
"Como resultado de esta problemática se observa la postergación de la formación educativa en pos de la urgencia laboral. Dentro de la Institución carcelaria la figura del sujeto estudiante y su proceso de aprendizaje ya se ve disminuido y postergado por cuestiones vinculadas a la vida, la institución carcelaria, la salud, las trayectorias penales, la familia, entre otros. Esto se agudiza en el afuera con la necesidad de obtener un empleo que garantice la satisfacción de las necesidades propias como la de su familia" (Mollo, 2011), generando un aumento en la posibilidad de reiteración de delitos.
De todas maneras, sostenemos que el espacio escuela dentro de la institución de encierro es un ámbito que habilita a la reflexión e intercambio del presente que viven los estudiantes y de la proyección de su futuro. “Hay libertad en el aula”, “estudiar para salir donde estoy”, “acá puedo expresar mis ideas” son expresiones que recopila el documental “El Almafuerte”1 (2010) y que denotan la valorización que las personas privadas de su libertad tienen sobre la escuela y la educación, demostrando la importancia de garantizar este derecho.
En este sentido, creemos necesario generar dispositivos que potencien las distintas oportunidades educativas y laborales, trabajando con los adultos dentro y fuera de las instituciones carcelarias, generando una continuidad que les permita no sólo planificar metas educativas y laborales, sino también poder concretarlas.
Para ello, no se puede desconocer que nuestra labor dentro de las instituciones educativas se encuentra condicionada por la condición de encierro. En este sentido, "no debemos desentendernos de la realidad ni del contexto en el cual se encuentran sumergidos los estudiantes, ya que éste será nuestro punto de partida para la construcción de proyectos educativos y laborales futuros" (Manchado, 2011).
La condición de encierro produce una discontinuidad entre el “afuera y adentro” (también puede pensarse como lo interno personal). La práctica social que habilita al ser humano, la capacidad de representación, pensamiento, simbolización, es coartada originando la ruptura de procesos de anticipación (a través de la planificación de un proyecto de vida), identificación, fragmentación, vaciamiento, desconexión con los deseos, motivaciones, impulsos, e imaginación, originando la sensación de estar a merced de los acontecimientos, provocando estados tensionales y ansiógenos que tendrán su destino sintomático en el área corporal o se convertirán en agresión hacia la institución.
El desarrollo de prácticas laborales productivas, deportivas, educativas y artísticas permitiría darles una direccionalidad cualitativa diferente a las emociones. Estas actividades despertarían capacidades anestesiadas favoreciendo la reparación y resignificación de la red vincular, integrar aspectos disociados, reconocer necesidades internas, afianzar una comunicación empática con los otros, romper con el lenguaje estandarizado, posicionarse hacia un futuro, ser un sujeto capaz de construir su propio destino y convertirse en relación con otros en un hacedor de su propia historia.
"Pensamos a los estudiantes como sujetos de aprendizaje atravesados por vínculos afectivos y relaciones sociales, recorridos educativos y laborales previos, que han vivenciado situaciones de vulnerabilidad; un individuo que es en sí la síntesis de una historia social e individual " (Quiroga, 1991, p. 124).
“Debemos considerar al individuo privado de su libertad como un sujeto de derechos…debemos comprender que se trata de una persona dotada de voluntad, poseedora de ciertas necesidades y potencialidades, y cuyas demandas deben ser escuchadas y atendidas” (Salinas, 2006, p.83).
Por consiguiente, comprendemos a “la educación como un derecho y una herramienta posibilitadora”(Manchado, 2011, p.134), no recuperadora; es decir, consideramos de vital importancia abordar dichas acciones desde una perspectiva holística y compleja, que sea multireferencial y entienda en la educación y el trabajo como un derecho fundamental de inclusión social el cual nos permite, más allá de la subsistencia humana, expresar nuestra condición de ser social y creador de valores.
En consecuencia, creemos que es necesario trabajar a partir de los intereses de las personas, sus conocimientos y habilidades previas potenciando éstas para la construcción de nuevos caminos. El trabajo en materia educativa al interior de las instituciones de encierro puede generar mayores oportunidades laborales y formativas en el afuera, una cuestión clave pero que sigue siendo una deuda pendiente.
1. Film realizado en el Instituto de menores de máxima seguridad "Almafuerte" de la provincia de Buenos Aires.